La catarata es el proceso natural de envejecimiento del cristalino, que progresivamente pierde la transparencia con el paso de los años.
El cristalino es una lente biconvexa que se encuentra suspendida entre el iris y el humor vítreo, está sujeto por sus bordes al llamado músculo ciliar por medio de una serie de ligamentos. Con la ayuda de este músculo, la lente puede cambiar su forma para enfocar los objetos a diferentes distancias. Los enfoques se consiguen al variar su curvatura y su espesor, proceso que se denomina acomodación.
¿POR QUÉ SE PRODUCEN LAS CATARATAS?
El cristalino está compuesto por agua y proteínas. Con la edad, se acumulan dichas proteínas, haciendo que el cristalino deje de ser transparente progresivamente. De esta manera el cristalino impide el paso nítido de la luz a la retina y se produce una pérdida progresiva de la visión.
El envejecimiento es la principal causa de la catarata. Sin embargo, existen otros factores ajenos a la edad. Pueden producir cataratas condicionantes genéticos, traumatismos, enfermedades oculares o del organismo (como la diabetes), o ciertos fármacos. En algunos casos, la catarata es congénita, es decir, se presenta desde el nacimiento.
SÍNTOMAS
Al comienzo, las cataratas son pequeñas y no afectan a la visión. Conforme se desarrollan los pacientes experimentan borrosidad, fotofobia con la luz del sol directa, y a veces cambios de graduación frecuentes. Dependiendo del tipo de catarata, los síntomas pueden ser variables.
TRATAMIENTO
Cuando los síntomas comienzan a aparecer, se puede mejorar la visión durante un tiempo, cambiando las lentes de las gafas. Sin embargo el tratamiento final de las cataratas pasa única y exclusivamente por la cirugía.
En esta intervención se sustituye el cristalino por una lente de altas prestaciones que permite recuperar la visión perdida por la opacificación.
¿CÓMO SE PUEDEN PREVENIR LAS CATARATAS?
Las cataratas no se pueden prevenir, pero se pueden detectar mediante revisiones oculares. Es aconsejable visitar al oftalmólogo, sobre todo a partir de los 45 años, para detectar la posible existencia de una catarata, su tipología, tamaño y localización, y determinar si es conveniente operarse y cuál es el momento más adecuado.